El proyecto de esta vivienda unifamiliar tenía una serie de condicionantes de entorno muy potentes. Por un lado, se emplaza en la ladera del Montgó, con lo que hay una fuerte pendiente que determinaba la relación del edificio con la parcela. Por otro, la presencia de varios árboles protegidos obligaba a localizar las vistas de una forma muy concreta, casi como si los propios árboles enmarcasen la vista hacia el mar en puntos concretos. La materialidad, en tonos blancos y maderas, con toques de piedra de la zona, tenía que estar muy bien definida. Y el programa de necesidades del cliente, con un deseo de fundir interior y exterior en la vivienda, fue el cuarto ingrediente que hubo que añadir para fundir en una distribución que, una vez finalizada, se percibe completa, terminada; pero que ha pasado por muchos estadios intermedios, por muchas indefiniciones y dudas.
El resultado final, a falta de la concesión de licencia definitiva ¡ha valido la pena!